Joaquín Ruiz-Giménez
Parece mentira que una apersona pueda descomponerse en dos; pero el caso es que así es; y no por una disfunción psicológica, sino por una especie de travestismo ideológico. Puedo dar testimonio de ello. Uno de estos casos es el de Joaquín Ruiz-Giménez Cortés, del que fui amigo, pero con una amistad que habiendo sido cordialísima, llegó convertirse, no en una enemistad personal, pero si en una enemistad política profunda.
Le conocí en Toledo, no mucho después de terminar la Cruzada, pero aún no concluido el año 1.939. Venía acompañando a un grupo de universitarios católicos norteamericanos. Creo que ya era –quizá lo fuera después- el Presidente de Pax Romana. Visitaron la ciudad y Ruiz-Giménez, que hacía de “cicerone” les explicó, sobre sus ruinas, lo que fue la defensa del Alcázar.
Más tarde, en Valencia, volví a reunirme con él. Un hermano suyo, aviador, había muerto, creo que en un accidente, y él acudió al funeral que se celebraba por su eterno descanso, en una iglesia de la ciudad levantina.
* * * * * *
La carrera política de Ruiz-Giménez, en su primera época, fue la que corresponde a quien combatió en las filas del Ejército Nacional. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid, Delgado Nacional de la Familia, Consejero Nacional del Movimiento, ministro de Educación, embajador en el Vaticano y se le nombró camisa vieja honorario.
Son muchas las pruebas que ponen de manifiesto esta etapa de su carrera política, Me remito tan solo a cuatro de ellas.
El 2 de marzo de 1.952, dijo al Consejo de Delegados locales de Falange:
“Tenemos fe ciega en la ayuda de Dios y tenemos fe ciega en ese Caudillo que Dios ha puesto al frente de España, para ganar primero la batalla interior y quién sabe si para acaudillar luego batallas internacionales del más alto rango”.
Dirigiéndose a Franco, al clausurar, siendo ministro del Educación, una Asamblea de universitarios:
“los universitarios agradecemos vuestra victoria frente al acoso exterior de esos años; vuestra fortaleza en la negativa a vender el alma de España por un puñado de mercancías”
El 16 de Enero de 1.956, al cesar como ministro de Educación:
“…tengo que decir que con la camisa azul recorrí los campos de guerra en España, y que me siento fidelísimo a lo que entraña de afán de una España más limpia, más justa y más unida”.
En “Ya”, de 19 de Octubre de 1963, comentando la Encíclica “Pacem in terris”, de Juan XXIII: “No se alude expresamente en la Encíclica al complejo problema de la unidad o pluralidad de los partidos políticos. No queda, pues, eliminada la posibilidad de la representación orgánica.
* * * * * *
En cuanto a mí respecta, y también como testimonio de nuestra amistad, reproduzco el texto de una carta de 10 de febrero de 1.967:
“Querido Blas:
Aunque hace un siglo que no nos vemos ni nos hablamos –aunque a veces nos leamos…- me alegran las cosas agradables que el Señor te envíe. ¡Enhorabuena muy sincera por el premio a la Fraternidad Hispánica de 1.965! Creo sinceramente que te lo has merecido en justicia.
Te abraza tu buen amigo”
* * * * * *
La segunda época política de Ruiz-Giménez –“su apertura a sinistra”- como dice Laureano López Rodó, en la pagina 35 de sus “Memorias, “se hizo explícita al asumir la embajada de España en el Vaticano. Le nombró Alberto Martín Artajo, siendo ministro de Asuntos Exteriores, que, en frase del cardenal Tarancón, tuvo el acierto de elegir a “un católico ejemplar”, como se lee en su libro “Confesiones” (pag. 151).
Monseñor Benelli, particularmente, dice el cardenal, tenía relaciones con seglares españoles que habían tomado ya una postura clara respectos al Régimen, y que patrocinaban la Democracia cristiana, como Joaquín-Ruiz Giménez, con lo cual se deba la impresión de que la Santa Sede quería promover (en España) ese partido político (pag. 286)
Ahora bien –y creo que es importante destacarlo-, el cardenal en la página 699 de su libro, aludiendo a Ruiz-Giménez (y a Gil Robles) preveía que “los mismos, (como medio), se pueden aliar con los partidos socialistas”.
Esta alianza, al menos colaboración, con quienes habían sido derrotados en la guerra, y habían perseguido a la Iglesia, se puso de manifiesto, como trato de mostrar seguidamente, con hechos llamativos, uno de ellos, el de su contacto con Pablo VI, o con alguna persona destacada del Vaticano, para urgir al Papa, el 27 de septiembre de 1.975, que pidiera a Franco el indulto de los cinco terroristas condenados a muerte, cuando ya el propio Franco había indultado a más de la mitad de los condenados. La ejecución tuvo lugar en El Goloso.
Al ser nombrado Joaquín Ruiz-Giménez, ministro de Educación Nacional vino a visitarme. Dimos un paseo por la Ciudad Universitaria. Me ofreció una Dirección General, dándome libertad absoluta para elegir a mis colaboradores. Se lo agradecí, naturalmente, pero no acepté. Creo que mi ángel de la guarda me aconsejó esta negativa.
Durante la época en que estuvo al frente del Ministerio, puso en marcha una Asociación denominada “Tiempo Nuevo”, y me propuso que fuera uno de los fundadores. Con cargo a los fondos del Ministerio se pagó el alquiler de un piso grande en la calle Alcalá. El nombre del grupo, la procedencia del dinero y las intervenciones en el acto inaugural, completamente tendenciosas, me convencieron de que había sido acertada mi decisión de no ser uno de los fundadores de “Tiempo Nuevo”. El proceso de Transición, sin duda, ya se había iniciado desde el interior del Régimen.
* * * * * *
Asesinado el Almirante Carrero Blanco, presidente del Gobierno, el 20 de Diciembre de 1.973, venciendo muchas dificultades, en la Sede de Fuerza Nueva, hubo un acto de homenaje póstumo, el 20 de mayo de 1.974, que provocó un verdadero revuelo informativo, al que ya he hecho referencia en mi libro “Bandera Discutida” (IV parte de “Escrito para la Historia”). Una frase que yo pronuncié, sin duda reproduciéndola de un texto de Carrero Blanco, que compartía y comparto plenamente (fue, entre otras, la causa de ese revuelo). La frase: “La guerra no ha terminado”. Claro es que la guerra de las armas había concluido con la Victoria del 1 de Abril de 1.939, (aunque tanto el maquis como el terrorismo demuestran que no del todo), pero no la guerra ideológica, que aun sigue librándose. Entre quienes arremetieron contra mí se encontraba Ruiz-Giménez, que en Valencia, según se publicó en “Ya”, en 1.974, expresó “su tristeza por el hecho de que hombres cristianos hayan podido afirmar que la guerra sigue entre nosotros, (lo que es) inadmisible, no solo por sentido cristiano, sino por sentido ético”.
* * * * * *
El 2 de diciembre de 1.978 hubo una manifestación andalucista en Córdoba, en la que, a pesar de lo prometido, no había una bandera española. Solo republicanas y andaluzas. Tres militantes de Fuerza Nueva trataron de incorporarse a la manifestación con banderas españolas. Hubo catorce heridos, dos de ellos, militantes de “Fuerza Nueva”, muy graves, tuvieron que ser objeto de una intervención quirúrgica. Hubo un registro de nuestra sede, que fue clausurada por orden gubernativa. A dos militantes del partido, hospitalizados, se les procesó y para conseguir su libertad provisional tuvimos que poner dos fianzas, una de quinientas mil pesetas, y otra de cien mil. Yo me trasladé a Córdoba para visitar en el hospital a los heridos.
Presentamos una querella contra el alcalde comunista de Córdoba, Julio Anguita, que nos había llamado públicamente “terroristas”, bárbaros y vándalos”. Fue absuelto. Su abogado defensor fue Joaquín Ruíz-Giménez, que declaró sentirse “muy honrado al asumir dicha defensa” (“Córdoba”, 22 de Diciembre de 1.979).
* * * * * *
La “apertura a sinistra” de Ruíz-Giménez, se concretó y se hizo más visible, al fundar la revista que tuvo por título “Cuadernos para el Diálogo”. Ya se entiende con quien se iba a dialogar, y como ese diálogo con la oposición al Régimen se iba a hacer público en sus páginas. Me visitó el ex ministro de Franco y ex embajador en el Vaticano, para que yo fuera uno de los fundadores. En mi despacho profesional tuve una entrevista con él. No acepté, y para ratificarle mi postura, y que ésta constase por escrito, la escribí una carta en la que daba las razones de mi negativa y una de ellas, creo que la fundamental: “que yo no quería ni olvidar ni pisotear la sangre de los que dieron su vida por Dios y por España”.
Radio España Independiente, daba a conocer su opinión sobre la revista, el 3 de Noviembre de 1.967: “Los comunistas consideramos una aportación de gran valor el programa publicado por don Joaquín Ruíz-Giménez, en nombre del grupo “Grupo “Cuadernos para el Diálogo”, programa que presenta grandes coincidencias con nuestras propias concepciones sobre el porvenir de una democracia política y económica en España. La tarea de encontrarnos, de disentir, de elaborar una alternativa está planteada, como dice el señor Ruíz-Giménez, en términos de gran urgencia”.
Ruíz-Giménez no militó ni en la Unión de Centro Democrático, ni en Alianza Popular, que ya habían suplido a la Democracia Cristiana. A través de “Izquierda cristiana”, que él presidía, concurrió a las elecciones de 1.977. No obtuvo ningún diputado, pero cuando los socialistas consiguieron gobernar, en agradecimiento, le nombraron Defensor del Pueblo.
No me cabe la menor duda de que esta segunda época del comportamiento político de Ruiz-Giménez, fue decisiva para la Transición, revelando su fidelidad absoluta a la nueva pastoral política del “aggiornamento” de la Iglesia.