Manifestación contra el terrorismo de 1978
Madrid, 3 de noviembre de 1978
Denunciar la violencia, condenar con palabras el terrorismo, es fácil y cómodo. Lo incómodo y lo difícil es desenmascarar a los terroristas, a sus cómplices y a sus encubridores.
Si hay terrorismo es, sencillamente, porque hay terroristas, y si hay terroristas es, sencillamente, porque el Estado y el Gobierno que dirige el Estado, no cumple con su deber primordial de servir al bien común, del que forma parte, inicialmente, el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.
Y es la propiedad la que se destruye con los incendios y la dinamita; y la libertad la que se aniquila con los piquetes de huelga, las amenazas, el impuesto revolucionario y el secuestro; y la vida, la que se suprime arbitrariamente, brutalmente, con el asesinato sin escrúpulos, a cualquier hora y en cualquier sitio.
La omisión por parte del Gobierno ya es grave; el abandono y las sanciones que sufren quienes debieran tener en la autoridad el respaldo que necesitan para cumplir su arriesgada misión, es más grave todavía; pero el hecho de que a los terroristas, condenados por los Tribunales, se les ponga en libertad entre los aplausos de una Cámara puesta en pie, se les subvencione cuando salieron de las cárceles, se les permita arengar al pueblo y se les exalte como héroes, es algo más que grave: es una prueba evidente de culpabilidad.
Si a ello se añade:
- el diálogo y la negociación con quienes practican el terrorismo o urgieron la amnistía;
- los funerales solemnes y hasta en la vía pública por los terroristas que encontraron la muerte al enfrentarse con las fuerzas del orden, mientras se niegan los sufragios por quienes caen por la Patria, hurtando, además, sus cadáveres, con sepelios vergonzantes y casi clandestinos, al honor que merecen; la impunidad absoluta con que se roba, se destruye y se mata; y la derogación, en plena anarquía, de la pena de muerte, es lógico entender que a la culpabilidad hay que añadir la burla y el desafío.
Obreros, industriales, periodistas, miembros de las fuerzas del orden, marinos de guerra, militares, ¿quién será asesinado mañana? El río de sangre que se inició en los últimos años del franquismo -y que algunos consideraban justificado para entonces- aumenta cada día su caudal, y no respeta a aquéllos que lo justificaban.
La sangre vertida duele; pero también redime. Y redime cuando el miedo se aplasta y cuando, como dijo el almirante Gamboa, la paciencia ha alcanzado su límite.
Basta de condenaciones verbales del terrorismo. Basta de entendimiento subterráneo con quienes lo practican. Basta de impunidad para los asesinos. Basta de diálogo amistoso con quien, al otro lado de la frontera, prepara, ayuda y protege a los que roban y matan,
España, la vida, el pan y la paz de los españoles exigen: 1º El cese de un Gobierno que nos está dejando sin paz, sin dinero, sin vida y sin Patria. 2º La detención de un proceso constitucional malo y aberrante que nos conduce a la ruina moral y económica; 3º La formación de un Gobierno nacional que detenga el paro y la inflación, que rehaga la economía maltrecha, que mantenga la unidad de la Patria y que termine de una vez con el terrorismo y con los terroristas.
¡VIVA CRISTO REY! ¡ARRIBA ESPAÑA!